En esta entrada de mi blog os voy a hablar sobre Chema Madoz.
José María Rodríguez Madoz (Madrid, 15 de marzo de 1958) es, sin duda, uno de los fotógrafos españoles con mayor proyección internacional.
Chema Madoz ha conseguido encontrar un estilo propio, una forma de relacionarse con el entorno, con la naturaleza y con los objetos que le rodean, absolutamente únicas.
Ha sido galardonado con numerosos premios, entre ellos: 1991 Premio Kodak, 2000 Premio Nacional de Fotografía, 2000 Premio Higashikawa Overseas Photographer del Higashikawa Photo Festival (Japón), 2000 Premio PhotoEspaña, 2014 Premio de Fotografía Piedad Isla y ha expuesto en los mejores museos, desde el Reina Sofía hasta el Pompidou.
En sus fotografías podemos encontrar una serie de características:
Tiene un lenguaje universal a la vez que único y fácilmente identificable. Si de algo goza la obra de Madoz es de la capacidad de ser comprendida por cualquier persona, esté formada en arte, fotografía o no. Sus obras no son difíciles de entender, incluso dan varias interpretaciones válidas. Su poesía visual nos invita a reflexionar y nos conmueve a todos, aunque sea en distintos niveles.
Sus blancos, negros y grises le dan mayor intensidad a la imagen. En el caso de las fotos de Chema el color no haría más que distraer la atención y quitarle foco al significado de la obra.
Siempre fotografía en analógico, nunca usa digital.
Son imágenes de tipo bodegón y de estética minimalista. Madoz ha conseguido como pocos reducir al mínimo toda necesidad técnica, expresiva y plástica: un marco cuadrado, un objetivo normal de 50mm, blanco y negro, luz natural… todo queda relegado a la idea y nada la eclipsa, de forma que sus imágenes son tan sencillas visualmente que permiten al lector proyectarse y sumergirse de lleno para poder completar toda esa ‘sencillez’ que, paradójicamente, se vuelve tan profunda.
El objeto es el protagonista de la fotografía. En su primera etapa realizaba fotografías en escenarios exteriores y con personas, dos elementos que poco a poco irá abandonando para centrarse en los objetos y en su estudio.
Madoz explora un lenguaje que ha hecho suyo: las metáforas visuales con objetos cotidianos para hablar de nuestros sueños, emociones y miedos a partir de lo que esos objetos podrían ser.
Chema Madoz crea sus propios objetos. Sus fotografías nacen como una idea en la cabeza, ideas que después hace realidad con sus propias manos fabricando o modificando los objetos, que finalmente fotografía para dotarlos de ese realismo .
Relación imagen -realidad
Las imágenes son una representación de la realidad no la realidad en sí misma.
Lo que varía no es la relación que una imagen mantiene con su referente, sino la manera diferente que tiene esa imagen de sustituir, interpretar, traducir o modelar la realidad. La fotografía es una representación de la realidad captada por una cámara en un momento determinado con un punto de vista, por una persona que toma decisiones según su cultura y sus ideas. Con la cámara capturamos un momento, pero si no podemos explicar la realidad que envuelve esa imagen, entonces es simplemente una imagen.
A menudo el par de conceptos ( imagen y realidad) se presentan bajo la forma de una oposición conflictiva, sin embargo, Madoz, se encarga de mostrarnos la complementariedad que cabe hallar aún entre ambos términos. El juego complementario entre realidad e imagen creada puede constituir un buen punto de partida para aproximarse a la poética de Chema Madoz. De su mano descubrimos que esa presunta oposición férrea entre lo real y la imagen creada, no sólo no entran necesariamente en contradicción con lo que esa misma persona o cosa es en la actualidad, sino que justamente constituyen parte de su forma de ser y acaso lo más real y valioso de la misma. En este caso, descubrir la virtualidad oculta de algo no nos aleja de su última esencia; muy al contrario, nos pone en camino de descubrir lo que es en verdad.
La primera de las muchas paradojas con que nos asaltan las imágenes de Madoz tiene que ver con esta oposición entre lo abstracto del proceso de construcción y lo absolutamente concreto del resultado: objetos reales, físicos pero extrañamente irreconocibles que se nos enfrentan reclamando que descodifiquemos su anomalía en clave lógica. De la racionalidad de lo surreal beben las fotografías de Madoz.
Las imágenes que conforman la obra de Madoz tratan paradójicamente de una abstracción que se da no en el plano formal o compositivo (los objetos son plenamente reconocibles, no hay ninguna deformación o estilización equivalente a la que ha podido sufrir el objeto en una pintura abstracta) sino en el plano de las ideas. En las fotografías de Madoz, los objetos se hallan materialmente separados de su entorno: se nos ofrecen sobre fondos homogéneos, descontextualizados de su ambiente cotidiano e insertos en un mundo lejano, ajeno aunque extrañamente familiar. Como si solo así, sacados de su lugar natural, abstraídos del plexo de relaciones que mantienen con el resto de las cosas, revelaran su esencia más profunda.
Análisis de su obra
Sus fotografías son blanco y negro. Esto genera un tipo de imágenes que son más abstractas, que tienen que ver más con la imaginación, con la memoria, lo cual entronca muy bien con el tipo de imágenes que él produce.
Son imágenes minimalistas, en las que intenta jugar con la menor cantidad de elementos posibles, que además en la mayoría de los casos están reducidos a la mínima expresión.
Los espacios con los que trabaja suelen ser muy pequeños y normalmente depende mucho del objeto fotografiado.
El contraste y la nitidez suelen ser muy altos y la tonalidad es siempre uniforme.
Suele utilizar luz natural, pero en algunos momentos se ayuda de luz artificial para realzar detalles de algún objeto.
Está cerca de lo abstracto, pues se nos muestran nuevas formas a través de los objetos, lo cual crea nuevas sensaciones y nuevas formas de interpretar la obra.
Suele trabajar con objetos metálicos, plumas, tijeras o fósforos que vistos desde una perspectiva formal te permitan diversificar el discurso.
Sus imágenes funcionan casi como un mecanismo de relojería, en el sentido de que todo está meditado, todo tiene su porqué y su lugar. Pero aunque eso pueda parecer una imagen muy cerrada, lo que trata es justamente lo contrario: abrir más posibilidades a la realidad de los objetos con un lenguaje visual muy meditado.
Mi imagen inspirandome en Chema Madoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario